Mi relato sobre mis
vacaciones en el norte de la India termina con estas dos ciudades.
Nuestro primer
destino fue Calcuta y el último Mumbai, ambas ciudades inmensas, llenas de
grandes edificios, bellos parques y amplias calles. Acostumbrada a la
tranquilidad y al tamaño de Mysore, me impresionó ver la gran diferencia en
estos lugares. Durante los días que estuvimos allí recorrimos grandes
distancias caminando, tanto por el día como por la noche. La diferencia era que
en las mañanas nos acompañaba un sol incansable y por las noches una lluvia
torrencial. Sin embargo, esto no impidió que disfrutara perdiéndome por las
calles de estas ciudades llenas de contrastes. Sobre las veredas se alzaban
grandes edificios o importantes restaurantes y en las calles circulaban los
rikshaws tirados por hombres. Hombres delgados y con las piernas curvas por
sujetar, a diario, las dos varas para jalar estos autos. Igualmente, frente a
las grandes edificaciones corren niños desnudos pidiendo limosna y llevándola a
sus madres, que esperan sentadas en la calle envueltas en ropa sucia y rodeadas
de sus pocas pertenencias en el piso. Ahora siento que puedo definir a estas
dos ciudades como un antónimo: ricas y pobres, calientes y frescas, verdes y
secas y, por último, limpias y sucias.
Calcuta
Mumbai
Gateway of India. |
El más grande slum en la India. |