Después de un largo período sin escribir…por fin vuelvo para
hablarles un poco sobre mis vacaciones. En el mes de octubre tuve la
oportunidad de hacer un viaje de casi dos semanas por el norte de la India.
Junto con dos voluntarias más visitamos Calcuta, Darjeeling, Varanasi, Bophal y
Mumbai.
Logramos hacer esta pequeña gira viajando en tren por las
noches y quedándonos un par de días en cada ciudad. Al contrario de ansiar los
destinos y que se vuelvan tediosos los viajes, me encantaban esas largas noches
en los trenes, en las que siempre ocurriría algo para cautivarte o motivarte.
Para poder hablar sobre los trenes en la India, primero tengo que hablar sobre
las estaciones de trenes en la India, pues coinciden en varios puntos. Ambos
son grandes, ruidosos, llenos de gente, llenos de vendedores ambulantes, de
niños semidesnudos corriendo peligrosamente por las rieles y pidiendo unas
cuantas rupias, de mujeres con coloridos sarees cargando a sus bebés con la
mano derecha y ahuyentando a las moscas con la izquierda, de hombres de edad
caminando apaciblemente entre toda esta escena sin parecer prestar atención, de
mujeres a las que el pelo les baila hasta las rodillas, con apenas ropa que las
cubra, cantando y rezando en voz alta y, por último, turistas con la mirada
perdida tratando de encontrar el tren correcto sin ensimismarse ni en las
mujeres, ni en los niños, ni en el olor a comida ni en los diferentes sonidos.
A este último grupo pertenecí yo por algunos días. Dentro del tren las
diferencias con la estación son el espacio y que el paisaje comienza a moverse constantemente.
En cada compartimiento hay espacio para ocho personas; a un lado del pasillo
hay dos bancas enfrentadas, con espacio para tres personas en cada una y al
otro lado del pasillo hay dos asientos enfrentados. Una vez entrada la noche,
cuando se recoge la comida, cuando se retiran vendedores de té o café y cuando,
poco a poco, comienza a invadir el silencio al tren, se bajan dos camas sobre
cada banca para tres personas y una en los asientos enfrentados. De esta manera
las personas duermen en, se podría decir, tres pisos diferentes. Claro que así
sería si hubiera un asiento por persona, pero muchas veces, familias enteras
compran tan sólo un asiento, por lo que termina la madre acurrucada con sus
hijos en una cama y el padre tendido en el piso sobre una estera. Más de una
noche el asiento enfrente mío estuvo ocupado por familias así, por lo tanto hasta
la hora de subir a las camas, compartimos miradas, espacio, preguntas,
sonrisase, incluso, comida. Tal vez estas familias no tengan la
cantidad suficiente de rupias para comprar más de un asiento, pero siempre
tendrán algo que ofrecerte… Cómo si su sonrisa no bastara.
Hermosa mujer con su hijo compartiendo el asiento conmigo. |
Durante la noche el único sonido que se escucha es el viento
rompiendo contra el tren, a medida que éste va avanzando y de las rieles que
soportan su peso. Sin embargo, siempre habrá algo que interrumpa este silencio.
Los eunucos, vestidos con sarees llamativos, con varias capas de maquillaje y con
bisutería en cada parte del cuerpo, escogen las horas más altas en la noche y
las más tempranas en la mañana para hacer su recorrido por todos los vagones.
Hablando a gritos entre ellos y chocando sus palmas van pidiendo dinero a todos
los hindúes que puedan encontrar. No respetan el sueño, la condición o la edad, y más que pedir el término correcto para utilizar sería exigir, pues las reacciones que tienen cuando son rechazados no son
agradables. En la India el número de estas personas es muy grande, personas que
no se declaran ni hombre ni mujer, que desde temprana edad son vendidos por sus
padres al ver que existe una inclinación sexual diferente a la aceptada y que
por el resto de sus vidas deberán vivir en grupos apartados, dirigiendo
pequeños rituales religiosos, entreteniendo a los invitados en grandes
celebraciones y exigiendo dinero a los devotos. Desde un punto de vista se
podría decir que son aceptados por la sociedad y también respetados, todos los
niños están acostumbrados a verlos y los comentarios que se hacen sobre ellos
son escasos, aún así, más que respeto y aceptación, lo que yo he visto es
recelo y miedo.
Los viajes en estos trenes son increíbles, tanto el paisaje
que se extiende fuera del tren, como el que se realiza dentro; son como
historias que vuelan para que uno las atrape. ¡Tanta linda gente! ¡Tantos
hermosos paisajes! Al ver los pequeños pueblos escondidos, los lagos, los
árboles, las demás estaciones en las que, irónicamente, su función cambia, pues
las personas van allí por las noches no buscando un lugar al cuál ir, sino
porque no tienen a dónde ir. Al ver todo esto y ver a toda la gente con la que
estás compartiendo la noche dentro, cualquier incomodad y cualquier molestia
pasa y el tiempo vuela. Y cómo no iba a ser así si de toda la gente que te
rodea se puede aprender. Las molestias y el modo en el que tiempo transcurre
también son culturales, en situaciones y lugares así se aprende a vivir el
preciso momento y a encontrar la belleza en ello, sea lo que sea. Se deja atrás
fácilmente todo pensamiento que no calce y se toma rápidamente todo de lo que
se está viviendo. Qué recuerdo del pasado puede llegarte o qué ansia del futuro
puede llenarte, si estás en medio de gente que parece haber nacido totalmente
consciente de poseer la habilidad para formar parte del presente inmediato y
aceptar así la vida.
I wonder now, how impacted this in who I am now; and what was there inside of me that received the impact in the first place.
Definitivamente los viajes en tren fueron una de las mejores partes de mi viaje.
Uno de los paisajes durante el viaje. |