jueves, 19 de septiembre de 2013

Poniéndome al día

Ya ha pasado apenas un poco más de un mes desde que llegue aquí, a la India, así que creo que ya es tiempo de que pueda comenzar a contarles mi experiencia con una buena perspectiva.

Antes de mi viaje veía a la India como un país lleno de colores, sabores, olores, vacas y mucho tráfico. Ahora...también. No, no es solo eso. Antes de venir aquí comencé a leer una novela sobre la India cuando aún era colonia de Inglaterra y la estoy terminando aquí. A pesar de los varios años que han transcurrido, al estar aquí, entiendo que algo no ha cambiado y ese algo es la gente, por supuesto. Son muy amables entre ellos, simples y naturales. Cuando estuve la primera semana en el campamento de orientación, en Bangalore, entre una de las actividades que tuvimos, una era, naturalmente, el idioma; ahí nos enseñaron cómo decir "por favor" y "gracias" en kannada, el idioma que se habla en el estado de Karnataka, pero en seguida nos dijeron que no se usan estas palabras frecuentemente y que no existe una palabra para decir "de nada". Lo que la mayoría de nosotros pensó en ese momento fue que era una falta de educación y respeto. Sin embargo, ahora que convivo con una familia de cuatro miembros, entendí que la razón por la que no dicen estas palabras no es porque sea una falta de cortesía, sino ¡porque no son necesarias! Ya he viajado varias veces en bus, y siempre esta repleto, pero no es eso lo sorprendente (debido a que es el segundo país más poblado del mundo) lo sorprendente es que, las personas que van paradas entregan sus bolsos, compras o mochilas a las personas que están sentadas, sin conocerlas. Al principio me parecía algo tan increíble, pero ahora me parece muy lógico...¡Qué fácil que es ayudar a otra persona! Y como ya dije antes, para hacer esto no necesitan pedir ni permiso, ni dar las gracias, con un sonrisa alcanza.  

Ahora sí, sobre los colores, olores, sabores, vacas y mucho tráfico. Bueno, solo puedo hacer unas aclaraciones, porque la India sí tiene todo esto. En cuanto a los olores, sabores y colores los encontré mi primer día, en mi primer plato de comida, y los sigo encontrando ahí. La comida al sur de la India se basa en el arroz y las tortillas (que la mayoría están hechas de arroz también). Desayuno,almuerzo y merienda. No está mal cuando te vas acostumbrando y comienza a ser divertido comerlo con las manos. Es impresionante los diferentes platos que se hacen con tan solo arroz. El color cambia, no solo el color, incluso la tonalidad, cambia el sabor, olor y textura. En cuanto a las vacas lo que puedo decir es que definitivamente estaba equivocada cuando pensaba que la gente exageraba sobre la cantidad de vacas que hay aquí. No importa dónde estés, siempre va a haber una vaca. Pero la verdad no me quejo, porque son una gran ayuda al momento de cruzar las calles. Aquí no basta con ver a ambos lados de la calle para cruzar con seguridad, porque, la mayoría de las veces... no hay lados de la calle. Es simplemente una calle, sin carriles, por la que solo los expertos conductores de la India pueden transitar sin estrellarse. Pero con las vacas todo es más fácil, solo tienes que ponerte al lado de una en el momento en que la vaca está cruzando la calle y desde los rikshaws hasta los buses pararán. Algo que también es muy interesante acerca del tráfico aquí, es que  no debes sentirte como un peatón; si haces eso nunca podrás cruzar una calle. Todos los automóviles te considerarán como si fueras otro, así que solo hay que buscar el momento más oportuno, cruzar y esperar con todas tus fuerzas a que todos los autos se detengan mientras cruzas. Mi experiencia más grande en este ámbito ha sido cruzar la ciudad en moto un par de veces. Claro que no yo conduciendo, sino tratando de no caerme atrás (que tal vez sea hasta más difícil). Ambas veces me encantaron; me quemé por el sol y terminé llena de mosquitos en el pelo, pero no importó. Es diferente observar la forma de conducir de la gente aquí, a que vivirla, y sobretodo estando en una moto. Descubrí algo muy interesante, la gente no solo te saluda al caminar por la calle, sino cuando vas en moto también. Un gesto muy amable, pero un tanto peligroso igual, porque el efecto que causa que el conductor de otra moto se te acerque a toda velocidad, frene por unos segundos y diga "hi", a veces solo causa que el otro conductor se sobresalte y tenga que mantener el equilibrio de la moto no solo esquivando a todas las vacas, personas y autos, sino también estando pendiente de estos pequeños amables saludos. 

Ahora hablaré un poco sobre mi voluntariado aquí. En este tiempo he estado en dos diferentes hospedajes, y en dos diferentes proyectos. Al llegar, después del campamento de orientación, fui a Mysore a trabajar en un proyecto llamado Wee Care Charities. Ahí vivía con una chica suiza y dos chicas hindúes en un departamento muy cercano a la oficina de este proyecto. Estuve ahí por dos semanas visitando diferentes refugios para hombres y mujeres con problemas mentales y realizando campamentos de medicina en escuelas públicas y en los barrios más pobres. Tuve la oportunidad de realizar un paseo con los hombres del refugio a las Colinas Chamundi, donde juntos subimos 2001 escalones, descalzos (ya que se llega a un templo sagrado) y cargando varias botellas de agua y ¡redbull! Comenzamos a subir en la tarde, después de almorzar....arroz, y volvimos al anochecer. Mientras subíamos tan solo estábamos concentrados en llegar a la cima, y al llegar pudimos descansar un tiempo, tomar fotos y pasar juntos mientras observábamos Mysore entero. Al anochecer, emprendimos nuevamente la marcha, esta vez bajando, y ya solo los miembros que asistíamos a los hombres, porque ellos bajaron en bus directo a su refugio. El descenso fue mucho más relajado, sin el sol sobre nosotros y, sobretodo, porque al mirar abajo se veían miles de luces de cada parte de Mysore. A pesar de todas estas lindas experiencias tuve que cambiarme de proyecto, pues el trabajo que debía realizar con niños ahí todavía no estaba listo. Así que después de dos semanas me despedí de todos los miembros de Wee Care y me dirigí a mi nuevo hospedaje: también en Mysore, pero esta vez en una familia. 

La verdad, me gusta mucho más donde estoy ahora, mi familia es muy amable y cálida conmigo y no me falta nada. Ahora vivimos aquí, mi amma (mamá en kannada), junto con su hijo, la esposa de su hijo y su pequeño nieto de 8 años. Vivo en una zona llamada Mahadevapura (muy fácil de llegar, es la última parada de todos los buses) y está a 35 minutos caminando de mi nuevo proyecto. Mi nuevo proyecto es una escuela primaria pública llamada Vagdevi School; hay al rededor de 200 niños, desde kinder hasta sexto grado y siete maestros. Mi trabajo de voluntariado consiste en enseñar inglés a los niños de primer grado hasta cuarto. Mi horario es de 9:30 a 4:00 de la tarde y los sábados de 8:20 a 11:00. El horario está muy bien, tenemos una pausa de 40 minutos para almorzar junto con todos los maestros y niños. El trabajo con los niños es exhaustivamente hermoso; sobretodo con los niños más pequeños, porque no hablan inglés, peor español y hasta entre ellos hablan diferentes idiomas, pues no todos son de Karnataka y en la India hay más de 800 lenguajes, así que es difícil darles instrucciones. En la primera semana casi me quedo sin voz, por estar constantemente alzándola para hacerme oír, pero ahora ya va mejorando. Ahora ya se que hacer con cada grado, que les gusta, que no, que parte de la gramática me toca revisar con cada uno de ellos y que hacer para que se queden en silencio por un tiempo. Ésta última tal vez sea la más importante, aunque también la más corta y difícil. En los momentos en que logro que se interesen en dibujar algo y todos están concentrados y en silencio, no quiero ni respirar para no llamar su atención y que sigan así. Pero incluso cuando corren alrededor de la clase cantando, jugando, peleando y gritando, me basta con solo una sonrisa de cualquiera de ellos para llenarme de paciencia nuevamente. Cada vez los voy conociendo mejor y queriendo más. Ya me se los nombres de los más revoltosos, pues son los primeros que se aprenden. En la mañana todos corren a saludarme y de igual manera en las tardes al irme; durante las clases siempre hay algún alumno que se sienta a mi lado o encima mio pidiéndome que le tome fotos, mientras me coge el pelo o las manos con una gran sonrisa en el rostro; cuando logro que vaya a su puesto viene el siguiente a repetir lo mismo que el primero, así que en mis 40 minutos en cada clase siempre tengo a un niño o niña al lado mio. Aún estoy aprendiendo cómo ser cariñosa con ellos y firme al mismo tiempo, para así lograr enseñarles y quererles sin dificultad. Yo sé que poco a poco iré logrando mucho con ellos y ellos irán logrando mucho conmigo. Hasta pronto.

 A toda mi familia que está leyendo...¡les quiero mucho!

Este es el templo que se encuentra en la cima de las Colinas Chamundi, al que fuimos con los hombres del refugio de Wee Care.

Aquí están algunos de los miembros del Refugio. En las etiquetas que cuelgan de sus cuellos está su nombre, edad y número de teléfono de emergencia. No tengo una mejor fotografía de ellos por ahora, aún si tuviera, es imposible que puedan ver lo dulces que son todos y lo mucho que disfrutaron este paseo con nosotras.
Cómo se pasa el día en el Refugio. 

Esta foto es de mi primer proyecto; un campamento médico para analizar los niveles de azúcar en la sangre de un grupo de gente, que cada mes se mueve a otra ciudad de la India para probar suerte en ella. No tienen hogar determinado, más que sus ollas, carpas, animales y la compañía que se hacen, que es con lo que se construyen uno en 12 lugares diferentes al año. Estuvimos con ellos desde las 6 am hasta cerca de las 10 am realizando los exámenes y tomando té, (claro que la idea de tomar té tal vez no fue muy buena, pues considerando las grandes cantidades de azúcar con las que se prepara el te, a la final todos resultaron tener diabetes). 
Aquí estamos todos los que participamos en el campamento médico: las enfermeras, el fundador de este increíble proyecto, Manu, y nosotras, las voluntarias, Sabrina de Suiza y yo.