sábado, 14 de diciembre de 2013

Viajar en tren

 Después de un largo período sin escribir…por fin vuelvo para hablarles un poco sobre mis vacaciones. En el mes de octubre tuve la oportunidad de hacer un viaje de casi dos semanas por el norte de la India. Junto con dos voluntarias más visitamos Calcuta, Darjeeling, Varanasi, Bophal y Mumbai.

 Logramos hacer esta pequeña gira viajando en tren por las noches y quedándonos un par de días en cada ciudad. Al contrario de ansiar los destinos y que se vuelvan tediosos los viajes, me encantaban esas largas noches en los trenes, en las que siempre ocurriría algo para cautivarte o motivarte. Para poder hablar sobre los trenes en la India, primero tengo que hablar sobre las estaciones de trenes en la India, pues coinciden en varios puntos. Ambos son grandes, ruidosos, llenos de gente, llenos de vendedores ambulantes, de niños semidesnudos corriendo peligrosamente por las rieles y pidiendo unas cuantas rupias, de mujeres con coloridos sarees cargando a sus bebés con la mano derecha y ahuyentando a las moscas con la izquierda, de hombres de edad caminando apaciblemente entre toda esta escena sin parecer prestar atención, de mujeres a las que el pelo les baila hasta las rodillas, con apenas ropa que las cubra, cantando y rezando en voz alta y, por último, turistas con la mirada perdida tratando de encontrar el tren correcto sin ensimismarse ni en las mujeres, ni en los niños, ni en el olor a comida ni en los diferentes sonidos. A este último grupo pertenecí yo por algunos días. Dentro del tren las diferencias con la estación son el espacio y que el paisaje comienza a moverse constantemente. En cada compartimiento hay espacio para ocho personas; a un lado del pasillo hay dos bancas enfrentadas, con espacio para tres personas en cada una y al otro lado del pasillo hay dos asientos enfrentados. Una vez entrada la noche, cuando se recoge la comida, cuando se retiran vendedores de té o café y cuando, poco a poco, comienza a invadir el silencio al tren, se bajan dos camas sobre cada banca para tres personas y una en los asientos enfrentados. De esta manera las personas duermen en, se podría decir, tres pisos diferentes. Claro que así sería si hubiera un asiento por persona, pero muchas veces, familias enteras compran tan sólo un asiento, por lo que termina la madre acurrucada con sus hijos en una cama y el padre tendido en el piso sobre una estera. Más de una noche el asiento enfrente mío estuvo ocupado por familias así, por lo tanto hasta la hora de subir a las camas, compartimos miradas, espacio, preguntas, sonrisase, incluso, comida. Tal vez estas familias no tengan la cantidad suficiente de rupias para comprar más de un asiento, pero siempre tendrán algo que ofrecerte… Cómo si su sonrisa no bastara.

Hermosa mujer con su hijo compartiendo el asiento conmigo.

 Durante la noche el único sonido que se escucha es el viento rompiendo contra el tren, a medida que éste va avanzando y de las rieles que soportan su peso. Sin embargo, siempre habrá algo que interrumpa este silencio. Los eunucos, vestidos con sarees llamativos, con varias capas de maquillaje y con bisutería en cada parte del cuerpo, escogen las horas más altas en la noche y las más tempranas en la mañana para hacer su recorrido por todos los vagones. Hablando a gritos entre ellos y chocando sus palmas van pidiendo dinero a todos los hindúes que puedan encontrar. No respetan el sueño, la condición o la edad, y más que pedir el término correcto para utilizar sería exigir, pues las reacciones que tienen cuando son rechazados no son agradables. En la India el número de estas personas es muy grande, personas que no se declaran ni hombre ni mujer, que desde temprana edad son vendidos por sus padres al ver que existe una inclinación sexual diferente a la aceptada  y que por el resto de sus vidas deberán vivir en grupos apartados, dirigiendo pequeños rituales religiosos, entreteniendo a los invitados en grandes celebraciones y exigiendo dinero a los devotos. Desde un punto de vista se podría decir que son aceptados por la sociedad y también respetados, todos los niños están acostumbrados a verlos y los comentarios que se hacen sobre ellos son escasos, aún así, más que respeto y aceptación, lo que yo he visto es recelo y miedo.


 Los viajes en estos trenes son increíbles, tanto el paisaje que se extiende fuera del tren, como el que se realiza dentro; son como historias que vuelan para que uno las atrape. ¡Tanta linda gente! ¡Tantos hermosos paisajes! Al ver los pequeños pueblos escondidos, los lagos, los árboles, las demás estaciones en las que, irónicamente, su función cambia, pues las personas van allí por las noches no buscando un lugar al cuál ir, sino porque no tienen a dónde ir. Al ver todo esto y ver a toda la gente con la que estás compartiendo la noche dentro, cualquier incomodad y cualquier molestia pasa y el tiempo vuela. Y cómo no iba a ser así si de toda la gente que te rodea se puede aprender. Las molestias y el modo en el que tiempo transcurre también son culturales, en situaciones y lugares así se aprende a vivir el preciso momento y a encontrar la belleza en ello, sea lo que sea. Se deja atrás fácilmente todo pensamiento que no calce y se toma rápidamente todo de lo que se está viviendo. Qué recuerdo del pasado puede llegarte o qué ansia del futuro puede llenarte, si estás en medio de gente que parece haber nacido totalmente consciente de poseer la habilidad para formar parte del presente inmediato y aceptar así la vida. 
I wonder now, how impacted this in who I am now; and what was there inside of me that received the impact in the first place.

 Definitivamente los viajes en tren fueron una de las mejores partes de mi viaje. 



Uno de los paisajes durante el viaje.