martes, 28 de enero de 2014

Lindos hermanos

 Aquí unas pocas fotos de los hermanos pequeños de mis alumnos de cuarto grado. Además de ser inteligentes, graciosos y buenos alumnos son, también, dulces hermanos y hermanas mayores.

Mis gemelos, Jambor y Janbor.

Mi alumna Sangeetha junto con su pequeño hermano, Naresh.

Bairaw y Chetan, el más pequeño.

Shivaraju con su hermano de seis años, Navin.

Sudarshan y la pequeña Amelia.

Los más terribles: Prayanya, mi alumno, y su hermano, Pritam.

Los gemelos con su pequeño hermano de corazón, como ellos dicen.

Rakshita y  Ganganath, los más educaditos.

El país de las luces

El número de deidades en la India es muy grande, por lo que el número de templos lo es aún más. En cada estado, en cada ciudad, en cada sector, en cada barrio y en cada calle habrá un templo. Estas construcciones, ya sean grandes o pequeñas, siempre tendrán un olor dulzón, que es el efecto de la mezcla de las flores, frutas e incienso depositadas como ofrenda.

 Cuando hay celebraciones especiales para cualquiera de los dioses, la gente acude a los templos a prender un palo de incienso y a marcarse en la frente con los colores que allí encuentran. Por las noches se llena de luces a los templos y, según el tamaño de la celebración, también las calles y hogares. Dado el gran número de dioses, cada noche, los barrios están iluminados. Se vaya caminando, en auto, en bus o, incluso, ensimismado en los pensamientos mirando al piso, será imposible no toparse con estas decoraciones o no escuchar y ver los juegos pirotécnicos volando por el cielo.


 Algo que he llegado a admirar es el gran respeto que la gente demuestra al pasar frente a ellos; la mayoría de los hindúes cierran sus ojos y hacen pequeñas oraciones sin parar su camino. Regresando a mi casa las noches en esos buses repletos y llenos de caras de cansancio, la atmósfera cambia totalmente al pasar por los sectores iluminados; el rostro de las personas se relaja y parece que, por un momento, se olvidan de cualquier tipo de incomodidad o malestar.

 Uno de los festivales más grandes en la India es el Dasara. Éste se celebra con gran acogida en Mysore y en algunas ciudades del norte. Por la noche toda la ciudad está totalmente iluminada, todas las casas, las calles, los templos, las escuelas e, incluso, el palacio. El Dasara es la celebración del triunfo del dios de la luz sobre el dios de la oscuridad. Es por ésto que ningún rincón de la ciudad queda a oscuras, para no dejar entrar a la oscuridad bajo ningún concepto.

 Siempre, en cualquier rincón de la India habrán decoraciones con luces listas para atraer las miradas de todos los transeúntes. 

lunes, 20 de enero de 2014

Nuestras actividades

 En estos cinco meses, a parte de enseñar inglés, he hecho varias actividades con los niños y es ésto lo que más disfrutamos tanto ellos como yo.

 Tiempo de pintar:



  Tiempo de que ellos sean los profesores: aquí es cuando los niños me enseñan palabras en kannada y algunas canciones, pero yo no soy tan buena alumna como ellos.

 Competencias:



 Jugando en el patio:


 Juegos en clase:

7up
 Incluso jugamos carnaval: las fotos que faltan se justifican con lo mojados que estábamos.

Mis dos gemelos: Jambor y Janbor

miércoles, 15 de enero de 2014

Un poco del ritmo

 Desde pequeños los niños arrancan sonidos y crean ritmos tan solo con sus manos. Aquí subo un vídeo de uno de mis alumnos haciendo un poco de música en clases. Viéndolo se podrán imaginar cómo anima el sonido de los tambores las fiestas aquí. De hecho, es muy común que por las calles caminen grupos de chicos bailando y tocando los tambores. No necesitan otra razón para hacerlo más que el querer hacerlo. Y este alumno mío será el siguiente que encabece la fila de los danzarines dándoles ritmo.


Para resaltar la importancia de las vacas en la India...


  ...una vaca resaltada.

lunes, 13 de enero de 2014

Bautizo, Bodas y Cumpleaños.

 Un poco sobre la cultura. En este tiempo he asistido junto con mi familia a varias celebraciones como bodas, cumpleaños y bautizos. Todas ellas son muy similares. Todos se visten con sus mejores ropas, las mujeres eligen los mejores bindis para ponerse en la frente, los hombres se llenan de colonia, las señoras usan sus sarees más elegantes y a los niños los llenan de color en los ojos y ponen coloridos y elegantes trajes, incluso más que a los adultos.

 No es muy común realizar éstas ceremonias en la casa, normalmente se alquila un salón y todo el barrio está invitado. Cualquier persona que pase por ahí será bienvenida; la comida abunda y nadie se quiere perder la oportunidad de tomarse una foto con los agasajados. Todos los salones están organizados de la misma manera: los invitados sentados en fila en las bancas y los novios o cumpleañeros junto con su familia están sentados en la parte de al frente, en un altar. El altar está lleno de frutas como ofrenda a los diferentes dioses y con velas y aceites para decorar. La persona que está encargada de oficiar el evento llena de flores a los novios o niños y, mientras canta, une a los novios o da bendiciones a los niños. A continuación, en fila van subiendo todos los invitados para formar parte de las fotografías y, más tarde, se dirigen al comedor.


 La hora de la comida es por turnos; hay varias mesas largas y angostas con hojas de plátano extendidas para hacer la función de los platos. Debido a que las mesas son angostas, solo es posible sentarse de un lado de éstas. En seguida pasan las mujeres con las fuentes de comida sirviendo, con la mano, todo lo que haya como imaginarse. Al terminar de comer todos vuelven a sus casas y el siguiente grupo de invitados pasa al comedor. Por su puesto, los agasajados son los que comen al último, porque deben quedarse en la tarima hasta el final, hasta la última foto.



 Siempre es divertido y el mayor entusiasmo de todos es... ¡ir a semejante banquete!

viernes, 10 de enero de 2014

Mis niños

 De nuevo en el proyecto, de nuevo en las clases, de nuevo con mis  niños. Después de varios días sin verlos, los encontré igual de sonrientes, cariñosos, con la misma energía y, por su puesto, igual de revoltosos. En fin, extrañaba todo esto.

 Después de las primeras horas de clase decidimos ir al patio a jugar un poco; el juego fue "Simón Dice" y estaban tan entretenidos y divirtiéndose tanto que, más de una vez, fue totalmente necesario que Simón diga: "vayan a tomar agua", pues con ese calor corrían el serio riesgo de quedar deshidratados. Después de jugar tanto llega un momento en el que la calma remplaza su energía y comienzan a pasearse tranquilos por el patio, a sentarse juntos, a conversar y a quedarse callados viendo el paisaje. En esos momentos yo me quedo en silencio observándolos y tratando de imaginar en qué estarán pensando tanto.





 Ya conozco muchísimo a cada niño de mi 4to grado, con ellos paso la mayor parte del día, por lo que los llamo por el nombre ya sin problema, distingo a los dos gemelos sin equivocarme (ya no pueden hacerme bromas), sé de dónde vienen, con quién viven, cuándo están cansados o cuándo están tristes y, sobre todo, cómo llegar a ellos. Nos hemos acercado mucho en este tiempo y entendido bastante bien, incluso cuando la jornada resulta cansada o cuando se presenta cualquier tipo de problema disfruto pasando tiempo con ellos, aunque sea en medio de sus gritos, porque aprendí a ver que dentro de éstos se esconden risas, muy buenas bromas, conversaciones y problemas. Curiosamente, al aprender ésto el desorden y bulla cesan, ya que se deja de estar "fuera" de la clase y se pasa a formar parte de ella. Nos respetamos, nos molestamos, nos queremos mucho, compartimos juntos y, claro, también nos enojamos a veces, pero el disgusto no nos dura más de cinco minutos. Ahora puedo estar en medio de ellos por varias horas y no se vuelve cansado ni pesado, al contrario, me encuentro junto a ellos disfrutándolos y dejando que me disfruten. En medio de toda su desbordante energía encontré un lugar lleno de tranquilidad para mí y parece que lo notan y que les da mucho gusto el brindármelo.

 Cuando recién llegué y observaba el método de enseñanza, las instalaciones, los libros y sus conocimientos, constantemente me preguntaba cómo harían al crecer, cómo les iría en la secundaria, en qué trabajarían y qué oportunidades tendrían. Siempre pensando en el futuro, siempre pensando en lo que aún no sucede. Siempre pensamos en qué será de los niños en el futuro...¿Por qué es tan difícil ver que ya son alguien en el presente? Son niños felices, alegres, cariñosos y llenos de todo para dar y ahora tengo la oportunidad de vivir con ellos una pequeña parte de su vida. Están bien y es porque saben ver el lado bueno de todo lo que les rodea y dejar atrás lo malo; no se aferran, no se cierran y siguen la corriente con lo que sea que ésta traiga. Deberíamos aprender eso de los niños y tratar de crecer así. Algunos de ellos viven circunstancias tan difíciles y aún así no hay día en que les falte la sonrisa. No hay razón para sentirse mal por ellos, ni por nadie, así solo se pierden oportunidades para aprender. Cada uno tiene lo que le toca vivir  y la oportunidad de salir adelante y ser feliz, lógicamente es imposible que ésto sea lo mismo para todos, sin embargo, la oportunidad de ser feliz sí lo es. No hay por qué compadecerse, solo hay por qué tener empatía, por qué dar, por qué recibir y por qué aprender. Mi trabajo aquí no es ser profesora de inglés, mi trabajo aquí es, simplemente, como ya dije, dar de mí y recibir lo que ellos tengan para mí. Y no es ningún trabajo...es una experiencia gigante.


  

jueves, 9 de enero de 2014

¡Feliz Navidad y Año Nuevo!

 ¡Feliz Navidad y Año Nuevo a todos desde la India!



 ¡Navidad y Año Nuevo en Varkala! Acabo de regresar de mis segundas vacaciones en esta increíble playa-acantilado en Kerala al sur de la India. En este lugar en seguida te conviertes en familia para la gente local y también para los turistas de alrededor. Es para enamorarse.

Nuestro pesebre.

Nuestra cena navideña.

 Aquí pueden ver algunas fotos y el video del show de Bollywood, en el que danzó un grupo de jóvenes por Navidad. ¡Tienen el ritmo en la sangre!

              









 Durante estas vacaciones pudimos, también, manejar una tarde hasta el sur de la India, la última punta, Kanyakumari; en este cálido lugar se juntan el océano Índico, el mar arábigo y la Bahía de Bengala y es conocido por ser uno de los mejores lugares para observar tanto los amaneceres como los atardeceres.

La punta final de Kanyakumari.

Cada día, personas locales y turistas caminan, al atardecer, hasta la punta final de la playa para observar desde ahí la puesta del sol.

2014 empezando desde la India

El primer atardecer... ¡Próspero Año Nuevo!

Darjeeling y Varanasi


 Siguiendo con mi relato de las vacaciones, ahora les hablaré un poco de las ciudades que visité. Tan distintas, pero ambas igual de impresionantes.
  
 Darjeeling se encuentra al norte de la India, separando a ésta con Nepal. Aquí el calor se convierte en frío, las vacas en perros y cabras, las llanuras en montañas, los sarees en pantalones y chompas, esos ojos grandes con pestañas largas en ojos rasgados y las campanas y cánticos religiosos hindúes se convierten en mantras tibetanos. Las calles son estrechas, las gradas empinadas y las construcciones se levantan una al lado de la otra sin siquiera un metro de separación. Darjeeling se encuentra arriba en las montañas; el camino para llegar a este lugar parece ser un pedazo sacado de la película Siete años en el Tíbet. La tranquilidad, el silencio, el té y los chocolates son los elementos por los que se reconoce a esta ciudad, sin embargo, al llegar ahí te encuentras con mucho más. El sol y la luna se ven y sienten más que nunca, no hay a dónde subir, a menos que encuentres una escalera al cielo, solo hay cómo descender y si miras al frente...estarán los Himalayas, tan imponentes que parece, a veces, que están a palmos de distancia.



La vista desde mi Hotel por la mañana.


El tercer más alto Himalaya justo al frente.


Varanasi... ¿Qué puedo decir de Varanasi? Una ciudad hermosa conocida por tener las entradas más grandes y turísticas al Ganges y para mi fue ésto la ciudad: el Ganges. Estuve tres días y dos noches en este lugar y aquí fue dónde comencé a ver los pequeños y grandes rasgos que comparte la India. El sonido del pito de los carros, el singular olor de los bidis que fuman los transeúntes, los templos que puedes encontrar en cada esquina, el sonido de las ollas de arroz en la hora de almuerzo junto con el olor a curry, el tintineo de las campanitas que cuelgan como adorno en los tobillos de las muchachas,  el brillo en el cabello azabache de la gente causado por el aceite de coco, las sonrisas rojas de los hombres y mujeres que mastican tabaco, el olor al té en la tarde, la tranquilidad y seguridad del caminar de las vacas en medio de todo ese escenario, el millar de luces decorando por las noches y la cantidad de gente caminando sobre flores y basura.

 Al acercarse al Ganges una pequeña brisa calma el calor del día y hace frescas las noches, incluso las vacas parecen disfrutarla sentadas al borde de la orilla mirando al horizonte, parece que divagan acerca del sentido de la vida o, tal vez, solamente de la razón por la que son sagradas. La ciudad se une al Ganges por pequeños y grandes callejones cada pocos kilómetros; aquí el ruido parece ser tragado por el agua y en su lugar enciende el sonido de los pensamientos. El sol rojo y tomate del atardecer baña todo el río, a las casitas, a los templos, a los botes junto con sus dueños y, también, a los niños que se pasean ofreciendo velas para depositar al anochecer en el agua.

 Nunca voy a olvidar el paseo al atardecer en bote que hice en este río. Junto a un mono como compañero de tripulación (muy apto en caso de que cualquier problema se presentara) vimos como la gente se acerca bajando los escalones al río a lavar su ropa, a hacer ofrendas, a bañarse o tan solo a pasar un momento en compañía de las tantas historias que el río les ofrece. Al oscurecer comienzan las ceremonias de cremación. A las afueras de los templos que dan a la orilla, los familiares se reúnen a dejar que las llamas envuelvan los cuerpos de sus seres queridos para después dejar que el agua se los lleve y descansen en paz. A menos de cinco metros de esta ceremonia, está la ceremonia de la vida: tres hombres vestidos de blanco la ofician con la ayuda de varias mujeres que danzan con velas en sus manos. Mientras ésto ocurre, todos los botes se van acercando y anclando frente a la orilla para contemplar, desde el agua, este hipnotizante ritual. Al finalizar, saltando de bote en bote, regresas a tierra, donde puedes coger una de las muchas velas y depositarla en el río junto a las cientas que ya están. Éste se llena de ellas y a pesar de que la luz del atardecer ya no baña ni ilumina al Ganges, parece que el sol se ocultó en el fondo y que desde ahí desprende toda su luz ahora. Tal vez por esto los hindúes dejen allí a sus muertos, la luz de su atardecer se apaga, sin embargo, desde las profundidades vuelven a emanarla.





Ceremonia de Cremación.

Ceremonia de la Vida.