viernes, 10 de enero de 2014

Mis niños

 De nuevo en el proyecto, de nuevo en las clases, de nuevo con mis  niños. Después de varios días sin verlos, los encontré igual de sonrientes, cariñosos, con la misma energía y, por su puesto, igual de revoltosos. En fin, extrañaba todo esto.

 Después de las primeras horas de clase decidimos ir al patio a jugar un poco; el juego fue "Simón Dice" y estaban tan entretenidos y divirtiéndose tanto que, más de una vez, fue totalmente necesario que Simón diga: "vayan a tomar agua", pues con ese calor corrían el serio riesgo de quedar deshidratados. Después de jugar tanto llega un momento en el que la calma remplaza su energía y comienzan a pasearse tranquilos por el patio, a sentarse juntos, a conversar y a quedarse callados viendo el paisaje. En esos momentos yo me quedo en silencio observándolos y tratando de imaginar en qué estarán pensando tanto.





 Ya conozco muchísimo a cada niño de mi 4to grado, con ellos paso la mayor parte del día, por lo que los llamo por el nombre ya sin problema, distingo a los dos gemelos sin equivocarme (ya no pueden hacerme bromas), sé de dónde vienen, con quién viven, cuándo están cansados o cuándo están tristes y, sobre todo, cómo llegar a ellos. Nos hemos acercado mucho en este tiempo y entendido bastante bien, incluso cuando la jornada resulta cansada o cuando se presenta cualquier tipo de problema disfruto pasando tiempo con ellos, aunque sea en medio de sus gritos, porque aprendí a ver que dentro de éstos se esconden risas, muy buenas bromas, conversaciones y problemas. Curiosamente, al aprender ésto el desorden y bulla cesan, ya que se deja de estar "fuera" de la clase y se pasa a formar parte de ella. Nos respetamos, nos molestamos, nos queremos mucho, compartimos juntos y, claro, también nos enojamos a veces, pero el disgusto no nos dura más de cinco minutos. Ahora puedo estar en medio de ellos por varias horas y no se vuelve cansado ni pesado, al contrario, me encuentro junto a ellos disfrutándolos y dejando que me disfruten. En medio de toda su desbordante energía encontré un lugar lleno de tranquilidad para mí y parece que lo notan y que les da mucho gusto el brindármelo.

 Cuando recién llegué y observaba el método de enseñanza, las instalaciones, los libros y sus conocimientos, constantemente me preguntaba cómo harían al crecer, cómo les iría en la secundaria, en qué trabajarían y qué oportunidades tendrían. Siempre pensando en el futuro, siempre pensando en lo que aún no sucede. Siempre pensamos en qué será de los niños en el futuro...¿Por qué es tan difícil ver que ya son alguien en el presente? Son niños felices, alegres, cariñosos y llenos de todo para dar y ahora tengo la oportunidad de vivir con ellos una pequeña parte de su vida. Están bien y es porque saben ver el lado bueno de todo lo que les rodea y dejar atrás lo malo; no se aferran, no se cierran y siguen la corriente con lo que sea que ésta traiga. Deberíamos aprender eso de los niños y tratar de crecer así. Algunos de ellos viven circunstancias tan difíciles y aún así no hay día en que les falte la sonrisa. No hay razón para sentirse mal por ellos, ni por nadie, así solo se pierden oportunidades para aprender. Cada uno tiene lo que le toca vivir  y la oportunidad de salir adelante y ser feliz, lógicamente es imposible que ésto sea lo mismo para todos, sin embargo, la oportunidad de ser feliz sí lo es. No hay por qué compadecerse, solo hay por qué tener empatía, por qué dar, por qué recibir y por qué aprender. Mi trabajo aquí no es ser profesora de inglés, mi trabajo aquí es, simplemente, como ya dije, dar de mí y recibir lo que ellos tengan para mí. Y no es ningún trabajo...es una experiencia gigante.


  

1 comentario:

  1. He seguido cada entrada a tu blog en el que nos cuentas de una manera extraordinaria tus maravillosas experiencias. Felicitaciones!

    ResponderEliminar